martes, 14 de julio de 2009

"Rumors of spring" de Richard Grant


El comentario de este libro podría enfocarse de tres maneras diferentes. La primera, haciendo referencia a esos volúmenes que uno guarda en su librería durante larguísimos años sin hacerles el menor caso, hasta que uno decide abordar su lectura de manera espontánea, sin saberlo diez minutos antes. Dado que compré “Rumors of spring” en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión el día 5 de mayo del 2000, el tiempo de espera fue más que suficiente. Lo interesante sería saber el porqué de una decisión tan repentina.

El segundo ángulo posible para hablar de esta novela sería la razón por la que estaba siendo vendida en un puesto de segunda mano. A menudo me resulta bastante claro que bastantes libros que acaban en los anaqueles de ocasión proceden de las colecciones de muertos, que finalmente los sufridos familiares pudieron librarse de esas engorrosas montañas de volúmenes que no dejaban recrearse en el esplendor minimalista de un mueble vacío o en el verdadero color de la pared. Otras veces la explicación es bastante más sencilla: el dueño no tenía por dónde coger una novela poco apasionante y, siendo más despiadado que la mayoría de nosotros, la abandonó a su suerte por esos mundos.

Aunque quizá el enfoque más fructífero fuera el de considerar el destino de los autores olvidados. No intentéis encontrar mucha información sobre Richard Grant en Google, porque no lo conseguiréis. Probablemente, la mayoría de los resultados que aparezcan harán referencia al actor británico Richard E. Grant, protagonista de “Withnail y yo”, o a otro Richard Grant diferente que escribe libros de viajes. Y si recurrís a la “Encyclopedia of Fantasy” de John Clute, Grant ni siquiera aparece.

Y sin embargo, Richard Grant era visto como una de las grandes promesas de la fantasía y la CF a finales de los años 80, con novelas bastante ambiciosas como “Views from the oldest house”, y no se puede decir que haya parado de trabajar desde entonces. Uno puede pensar que incluso en esta época de la información ilimitada a través de Internet se puede caer en un agujero de silencio y pasar del todo inadvertido pese a una labor asidua. Lo de la enciclopedia de Clute es más difícil de explicar, o quizá más fácil si tenemos en cuenta que la ex pareja de Grant, con quien llegó a tener dos hijos, fue la también escritora Elizabeth Hand, que con el tiempo lo dejó para unir sus caminos vitales a los de cierto prestigioso crítico y editor canadiense supervisor de dos enciclopedias sobre los géneros fantástico y fantacientífico. Uno no suele querer pensar mal, pero en este caso se lo han dejado a huevo...

Todo lo cual no debería olvidar que Richard Grant era, y supongo que aún es, un escritor de talento. La premisa de fondo de “Rumors of spring”, un bosque que crece descontroladamente para tratar de recuperar un baldío mundo futuro vagamente postapocalíptico, no parece de las más novedosas, pero el tratamiento que le da Grant se aleja de los esquemas pulp para adoptar una dicción elegante y exquisita, casi barroca, que a algunos les podría recordar a John Crowley, dando mayor importancia a la creación de un reparto atractivo, por momentos dickensiano, de personajes bien definidos que al movimiento hacia adelante de una aventura, y sumiendo en considerables dosis de humor e ironía el debate entre positivismo científico y retorno a la naturaleza, hasta el punto que podría pensarse que el autor no abraza ninguna de ambas posturas.

Tampoco faltan sus segmentos reflexivos, cercanos a lo filosófico, sus intentos de racionalizar científicamente la vieja idea del “espíritu de los bosques”, o la historia de amor entre dos adolescentes, ella perteneciente a la civilización y él al bosque, que termina revelándose esencial para la resolución de la trama y está planteada con bastante convicción y poder evocativo, incluso en esa escena erótica final que consigue huir del mal gusto bestselleriano tan común cuando los autores de género abordan el sexo. Es muy curioso el tono de este libro, tan lejano del de la CF al uso cuando tiene mucho de CF, tan diferente de la fantasía al uso cuando muchos elementos de su trama están tomados de los cuantos de hadas tradicionales e incluso durante muchas páginas tenemos a un grupo de compañeros muy diferenciados en una misión de búsqueda, con un probable traidor en su seno...

Claro que, por alguna razón, el libro no termina de cuajar del todo. Su extensión es considerable, abundante en subtramas que reiteran una y otra vez ideas que el lector probablemente captó a la primera. Pese al encanto decadente de una aristocracia campestre arruinada, de un mundo futuro al borde de lo pastoral y descrito con un lenguaje tan florido como los jardines de los que se habla (y en ocasiones casi demasiado), cuesta trabajo hacerse una idea cabal de lo que es realmente ese mundo. La narración se fragmenta en mil impresiones subjetivas de cada personaje con notables habilidad y oficio, proporcionando un notable nivel de satisfacción a nivel de párrafo y página; es raro no encontrar algún elemento atractivo incluso en el capítulo menos prometedor, pero el conjunto se resiente de cierta falta de unidad, lo cual pasa factura en el último tercio de la novela.

Así que no sé si el libro llegó a mis manos por su incapacidad para seducir del todo a su antiguo poseedor, pero en todo caso de alegro de conocer a un autor de talento, pese a sus defectos, y lamento su prematuro olvido. No creo que se haya editado nada de él en España, ni creo que a estas alturas se haga dada la respuesta muy negativa de muchos aficionados hacia libros de características similares, pero a mí me queda el gusanillo de qué sabría hacer Grant con temas como la vida después de la muerte (“Tex and Molly in the afterlife”), la abducción alienígena (“Kaspian lost”) o incluso, en su reciente desvío hacia la literatura general, los movimientos contraculturales en la Alemania pre-nazi (“Another green world”). Dado que este tipo de libros ya no suelen llegar a la Feria del Libro de Ocasión, quizá me haría falta recurrir a eBay o, mejor, plantarme en algún país de habla inglesa rico en buenas librerías de segunda mano. Donde esté revolver estantes físicos y ensuciarse las manos en busca de tesoros, que se quiten todas las tiendas online del mundo.

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