miércoles, 7 de enero de 2009

Flashback: Loco por tus huesos (Capítulo I)


(En un intento fracasado de reavivar mi mustia inspiración literaria, decidí allá por 1998 improvisar en mi diario un serial por entregas semanales. Releerlo ahora me supone reencontrarme con una versión anterior de mí mismo con unos pocos complejos menos, aquel Abuelo Igor cuyas visiones eran más peligrosas que fugitivas y que quizá duerma latente dentro de un tronco de árbol, como Merlín, aguardando horas más propicias. Pero compartir estos delirantes fragmentos del pasado cumplirá la doble función de reírme sanamente de mí mismo y mis obsesiones, y de asegurar cuatro entradas blogueras al mes en estos tiempos un tanto ayunos de inspiración.)

Boris Valli, último heredero de los Valli, familia de rancio abolengo, limpia y cuida una importantísima parte de la herencia familiar: la colección de esqueletos humanos, algunos de ellos de personas célebres. Boris se imagina en plena idílica y asexuada relación con Carla von Waldberg, escritora fracasada del siglo pasado, algunos de cuyos huesos fueron tallados tras su temprana muerte por Franz, su hermano mayor, que la quería, según algunos, demasiado. El conciliábulo, donde se hablaba del pasado y del presente/futuro en ampuloso estilo, es interrumpido por Ada, la tía de Boris, que viene para llevarle al estreno de la ópera “La caída de la casa Usher” de Claude Debussy, en versión reconstruída por el compositor/médium Geller Bach. Aparte de que la representación concuerda con el frenesí gótico de la familia (en lugar de piano, en el salón hay órgano, y así sucesivamente), lo que busca Ada es impedir que los Valli terminen con Boris, tras “lo que pasó con sus padres”. Así, en el teatro Ada presenta varias chicas a su sobrino, a quien, por desgracia, toda sugerencia de relaciones sexuales hace evocar imágenes bien desagradables. Sólo una chica, hija del compositor, blanca, estilizada (magnífico esqueleto) y de frágil salud, por nombre Vera, atrae la atención de Boris, que la imagina desnuda... de músculos. El inusitado interés de Boris hace que un secuestrador embozado se lleve no a Vera, como quería, sino a su amiga Irina, hacia un subterráneo de pesadilla, medio cárcel, medio laboratorio, donde, al parecer, pueden verse cosas horribles.

(Continuará)

1 comentario:

Aura dijo...

Realmente un frenesí gótico. Debió divertirse mucho mientras lo escribía...
Quedamos a la espera de más gritos.