miércoles, 23 de abril de 2008

En las distancias cortas: "Las manos de Bianca" de Theodore Sturgeon


Como tantos otros, este cuento es una historia de amor. Ran, el joven tendero del pueblo, grande, hercúleo, de mirada dulce y mente simple, encuentra por fin la razón de su existencia en la joven Bianca. Uno se preguntaría por qué, dado que Bianca es una muchacha retrasada y deforme, babeante, con los dientes podridos y un cuerpo poco agraciado.

Pero en realidad Bianca no es sino un vehículo para sus dos manos, seres bellos, elegantes, estilizados, dotados de inteligencia propia, de capacidad para comunicarse, coquetear, inspirar deseo. Ran es poseído por el deseo incontrolable de vivir junto a esas dos hadas fascinadoras, tanto es así que se mudará a casa de Bianca y de su madre, compartiendo con ellas sus ganancias en la tienda, e incluso, colmo de felicidad, le será posible desposar a la chica, siquiera trayendo desde lejos a un pastor poco escrupuloso, como medio para pertenecer del todo al objeto de su obsesión.

Pero su noche de bodas no será la esperada, o tal vez, en lo más íntimo, sí lo fuera...

Theodore Sturgeon, pese a los últimos intentos de Julián Díez por bajarlo del pedestal, es aún un autor necesitado de reivindicación. Amén de su labor en dotar a la CF de una dimensión humanística que se pierde a marchas forzadas entre un batallón de físicos especulando sobre el papel en lugar de narrar, Sturgeon incidió varias veces en la descripción de psicologías aberrantes, por ejemplo en su novela de vampirismo "realista", "Some of your blood" o en el cuento que nos ocupa.

"Las manos de Bianca" dio bastante miedo en su día a los editores estadounidenses, y tuvo que publicarse por primera vez en el Reino Unido. En efecto, la sexualidad de la historia es bastante turbia, por su carácter fetichista, por poner en juego un tabú como la vida erótica de los discapacitados, por situar en el escenario a personajes simples manejados por instintos que son incapaces de comprender, pero tan poderosos como esa naturaleza que se describe en términos paradójicos, propios de una sensibilidad distinta (como esas estrellas que "emergen del bosque" cuando anochece).

Esta pieza de gótico americano, en el sentido que se suele adoptar al hablar de Faulkner, puede recordar también a lo que hizo Mitch Cullin en "Tideland", novela adaptada por Terry Gilliam en su última película hasta la fecha. La película fue tremendamente polémica por muchas de las mismas razones que hacen inquietante el cuento de Sturgeon, por la manera en que esos personajes tarados y a la vez inocentes coquetean con lo prohibido y finalmente se zambullen en la muerte y la tragedia.

Pero Sturgeon es mucho más cruel: nadie conoce al final la verdad del terrible acontecimiento, ni siquiera nosotros, que hemos seguido los pensamientos de Ran en un estilo indirecto libre que nos obliga a aceptar su visión animista, su creencia en unas manos con personalidad independiente. Sabemos que su noche de bodas es feliz para él, entre otras razones porque alcanza su ansiada comunión amorosa y sexual con sus amadas, pero las preguntas se multiplican, y las víctimas son todas inocentes.

Podría aventuraros mis teorías, pero no quiero estropear el cuento. Leedlo primero y temblad con su terrible belleza.

2 comentarios:

Giovanni Márquez dijo...

waaa esta genial tu analisis!!!
me resolviste la tarea jojoj!!
Gracias
=)

Abuelo Igor dijo...

Mi única esperanza es que al menos no hayas cobrado dinero por esa "tarea resuelta"...