lunes, 21 de abril de 2008

Echame una mano


Hay muchas razones para amar a Michael Caine, pero una de las mayores para mí es "La mano", de Oliver Stone. Aceptar el protagonismo de una película de terror de serie B, con el tipo de escenas risibles que a algunos les pueden provocar cierta vergüenza ajena (esos estrangulamientos por la mano cercenada, con los actores fingiendo ser derrotados por un miembro suelto que jamás podría tener tanta fuerza), incorporar a un Dr. Jekyll de saldo en una historia a la que se le ven las costuras desde el minuto cinco, y tomárselo tan en serio, proponerse actuar bien, y conseguirlo, en la típica peli que en su día habría hecho un Oliver Reed borracho perdido durante el rodaje sin pensar en el público ni un solo momento, merece mucho más el Oscar que aquel papelito insignificante en "Hannah y sus hermanas", que aparte de ser un topicazo ni siquiera bordeaba las aguas del ridículo en las cuales su dibujante trastornado sí se adentra impávido, y para muestra ese final a lo "Psicosis" conectado a los electrodos y peinado como se supone que deben estarlo los locos.

Y Stone, no sé en qué ha estado pensando todo este tiempo. Después de una "cult movie" como esta, que alterna de una manera fascinante intentos de sutileza con momentos de lo más burdo, que es capaz de llamar a Carlo Rambaldi para los ya míticos, por descacharrantes, efectos (e incluso me gustaría pensar que Stone lo llamó porque le gustó su falso perro despanzurrado en "Una lagartija con piel de mujer" de Fulci), que muestra una sofisticación y un desparpajo en su manejo de un material de derribo que denotan una genuina afición por el fantástico, y una mala leche difícil de encontrar en muchas muestras del género de terror, raramente preocupadas de comunicar una visión del mundo al margen de los sustos, amén del buen gusto de llamar a Barry Windsor-Smith para crear las ilustraciones del tebeo ficticio, y de desarrollar un curioso subtexto sobre los héroes que no se cuestionan sus actos, que vistos los acontecimientos posteriores resulta bastante ominoso, después de todo esto, nos hemos tenido que tragar al Stone "Conciencia de EEUU" en una sucesión interminable de Nixons, asesinatos de JFK, guerras del Vietnam, e incluso la visión heroica del 11-S. La única de sus películas posteriores que me gusta de verdad, y quizá sea por reincidir en la basura inteligente, es "Giro al infierno". Bueno, y salvaría también aquel libro autobiográfico donde contaba que se acostó con su madre y cómo se metía ratones por el culo en Vietnam, de no ser porque no lo he leído y además será todo mentira.

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